Mariano Sanchez

Fotografías: Amparo Bernabé

Mariano Sanchez nos transporta con su obra al mundo de la infancia tierna, inocente y misteriosa.
En su taller se respira el aire de quien ama y disfruta lo que hace, de quien tiene un rincon en el mundo. Apacible, pleno, feliz.
Fotografías: Amparo Bernabé

  

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No Han Cambiaiado y Son Otros – Olga Orozco
 
Mi abuela fue una hechicera blanca que heredó en cada piedra un altar de los druidas
donde oficiaba a medias con la luna sus ceremonias blancas.
Encendía las lámparas de un soplo,
bordaba las historias más hermosas con las hebras más largas del invierno
y evaporaba brujas tan sólo con mondar sin miedo una naranja.
Su mundo era un fanal iluminado por rayos y centellas
que guardaban distancia frente al ojo temible del alcanfor y de la naftalina.
Devanó las madejas de los encantamientos en las torres de sombríos castillos
y las puso en su arcón, bajo la forma de una trenza dorada,
junto con los retratos de los invisibles
y los lentos, fervorosos plumajes de la leyenda y la paciencia.
Con su mirada de agua que se va disolvió enfermedades como flores de fuego,
como encajes de nieve,
y salvó del infierno muchas almas de vivos y de muertos
regateando en voz baja con los santos hasta el amanecer.
Se fue por un jardín con su dócil cortejo de pájaros, de locos y de duendes.
Lo anunciaron los perros.
Cuando llueve me deja una tisana hirviente y un ramito de espliego.